28 Dic La felicidad que se contagia
Hacer un trabajo y ver los resultados suele ser muy satisfactorio, generando una gran felicidad. Normalmente hablamos de cosas que creamos o construimos, de beneficios económicos que generan nuestras acciones, etc, pero… ¿Y si tu trabajo ha tenido como resultado materializar el sueño de una persona que lo necesita y hacerlo feliz?
El martes 19 de diciembre Adriel, el niño de ARGAR Almería ganador del proyecto de la Fundación Juan Peregrín que haría su sueño realidad, vino a vernos a las Oficinas de Calconut. Acababa de volver de cumplir su sueño: ir a Disneyland París con su familia, y ¡quería compartirlo con todos nosotros!
Adriel vino lleno de energía con su espada láser mágica, su timidez inicial había desaparecido y nos saludó a todos como si nos conociera de siempre. Nos reunimos en la sala de juntas de la compañía, y proyectamos las fotos que teníamos del viaje, que nos fue explicando una a una. Saltaba con cada nueva proyección y contaba entusiasmado un sinfín de detalles de cada momento. El “shock” y las lágrimas de emoción de su primera visita se habían transformado en vivarachas risas, que contagió a todos los presentes.
Todos los que hemos compartido su sueño hemos vivido con emoción todo el proceso del proyecto: la difícil toma de decisión inicial, la emotividad de comunicársela al ganador, los nervios previos al viaje… y finalmente teníamos delante de nosotros el resultado de nuestro trabajo, felicidad y lo que es más importante: ¡Un niño feliz!
La infancia marca nuestra vida. El proyecto de la Fundación Juan Peregrín ha servido para mitigar la marca que una enfermedad terrible como el cáncer puede dejar en un niño, creando en él un recuerdo mágico que le acompañará el resto de sus días y la impronta de que es posible hacer los sueños realidad, que le ayudará a afrontar retos con ilusión.
El equipo de Calconut hemos tenido el orgullo de comprobar cómo nuestro trabajo no sólo tiene resultados en términos económicos, sino que revierte directamente en la construcción de una sociedad mejor. Envueltos en la energía que nos trajo Adriel como recuerdo de su viaje, nos cuesta pensar en mejor incentivo que sentir que nuestro esfuerzo es trascendente.
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