15 Oct Historias de verano: una lección de humildad y compasión
El verano se ha acabado, y las historias vividas en él empiezan a pasar por nuestra cabeza como fotogramas de una película. Todos los trabajadores de Calconut compartimos en nuestra película del verano 2019 un fotograma muy especial: el recuerdo del cumpleaños de Jesús Díaz. Conocimos a Jesús cuando participó en el proyecto de la Fundación Juan Peregrín “Sueños por cumplir”, destinado a personas en riesgo de exclusión social. En ese momento ya nos dio una lección de humildad cuando nos hizo saber que su sueño era simplemente poder comer un plato de pulpo.
Muchos ponemos nuestros sueños en cotas altas y nos sentimos desgraciados al no poder alcanzarlos. El deseo de Jesús fue un baño de realidad que nos hizo sentir vergüenza de nuestros propios anhelos.
Y es que sentir que eres especial es vital.
El 12 agosto, la Fundación Juan Peregrín trajo a Jesús hasta las oficinas de Calconut en Almería, para que celebrase su cumpleaños con todo el equipo. Puede parecer algo sin demasiada importancia, pero para alguien que a sus 84 años recibe por primera vez la celebración de su día, es todo un hito. Y es que sentir que eres especial es vital.
El primer abandono que sufrió Jesús fue el de su familia, nada más nacer. Su vida ha sido muy dura, pero lejos de venir a lamentarse, este hombre llegó a reunirse con nosotros lleno de ilusión y agradecimiento. Nos obnubiló con historias increíbles. De su vida como hombre de mar relató cómo pudo salvar a unos niños de morir ahogados en la costa gallega, cómo sobrevivió a un naufragio agarrado a una tabla y otras vivencias que escuchamos con la boca abierta.
Nos obnubiló con historias increíbles.
Una vida tan larga y tan fuera de lo convencional da para muchas batallas, pero quizás la que más nos impresionó fue la de su aventura con unos animales: Jesús andaba por aquel entonces intentando ganarse la vida en Italia. Sin dinero, se refugió en una cueva a las afueras de un pueblo. Comía las sobras que algunos negocios dejaban en la basura. Un día encontró unos pollos asados y se los llevó a “casa”. Posiblemente por olor de la carne, aparecieron unos perros. Jesús pensó que tenían hambre y compartió con ellos su comida. Los perros se quedaron con él, y a partir de ese momento Jesús empezó también a buscar sustento para sus nuevos amigos. Pedía sobras en las carnicerías y tiendas del lugar, hasta que un día, el dueño de uno de los establecimientos le dijo que él mismo le acercaría las sobras al acabar la jornada. Al llegar éste a la cueva los perros se pusieron en actitud defensiva y, muy asustado, el lugareño le hizo ver a Jesús que sus acompañantes no eran perros… ¡eran lobos!
Es curioso que, en un mundo con superpoblación, no recibir atención de nadie sea la causa de que mucha gente sienta que su vida no merece la pena.
En la recta final de su vida Jesús vuelve a estar solo. Por desgracia, la soledad es un mal que acecha a muchas personas. Muchos de nuestros mayores, incluso aquellos con familia, la sufren constantemente. Es curioso que, en un mundo con superpoblación, no recibir atención de nadie sea la causa de que mucha gente sienta que su vida no merece la pena.
Hacer sentir a alguien que es especial cuesta muy poco, y suele pasar que se vuelve recíproco. Definitivamente Jesús lo es, y aunque en principio éramos nosotros los que queríamos transmitirle eso, fue él quien nos hizo sentir muy afortunados de haberle conocido.
Los componentes del equipo Calconut recordaremos siempre este día que transcurrió entre historias, risas y, por supuesto, comida rica… como uno de los más especiales de nuestra película del verano 2019.
¡Gracias por todo, Jesús!
Sorry, the comment form is closed at this time.